Este 2013: un año muy político
En medio del enredo entre Santos y Uribe, estamos ante un año de agitación política, de decisiones tácticas, de dos oposiciones y un presidente que quiere reelegirse. Un repaso acertado y razonado de las movidas que pueden esperarse.
Nuestros partidos políticos tienen vínculos escasos y débiles con la sociedad y con sus propios electores. Foto: Correo del Orinoco.
Un mundo raro
Tras ocho años de gobierno de Álvaro Uribe y luego de que la Corte Constitucional frustrara su aspiración a un tercer periodo en contravía de lo que muchos esperaban, la elección de Juan Manuel Santos condujo a un revolcón en la política nacional: se reconfiguró la coalición de gobierno, se produjo un replanteamiento de casi todas las políticas públicas, se impuso un nuevo estilo de mando y se dio una ruptura entre las dos cabezas del partido “de gobierno”, un entorno complejo donde gobierno y oposición han convivido de manera incongruente.
Bajo estas circunstancias ha transcurrido ya más de la mitad del período de gobierno, en medio de una creciente polarización entre los otrora socios políticos y sus círculos de apoyos, con una oposición de izquierda golpeada por sus problemas internos y su incapacidad de gobernar en Bogotá, y con los partidos y sus líderes a la espera de grandes definiciones que deben producirse en 2013.
Se trata de un año preelectoral decisivo: de materialización de las reformas anunciadas y requeridas por las negociaciones de paz, y quizás de camino a una mayor apertura del sistema… de precandidaturas y candidaturas. Un año muy movido.
Nuevas reglas de juego: umbral y transfuguismo
Colombia es un caso particular de volatilidad institucional: los actores políticos y los ciudadanos no han acabado de adaptarse a las nuevas reglas de juego, cuando éstas se modifican.
Se espera la reforma del código electoral, que ha sido aplazada en las dos últimas décadas. Foto: CNE. |
En algunos casos el cambio se debe a acuerdos más o menos amplios: la Constitución de 1991 y las reformas de 2003 y 2009. En otros casos, por imposición de las mayorías: en 2004 se modificó “el articulito” de la reelección, gracias al delito de cohecho y al abuso de poder.
-Se enmiendan las enmiendas: una de las expectativas centrales para este año se refiere a una nueva reforma para resolver los problemas que para las minorías implica el aumento de la barrera electoral — o umbral — del 2 al 3 por ciento para el Senado y del 50 por ciento del cuociente electoral para las demás corporaciones.
Para acceder a un escaño en el Senado, se requeriría de una alta votación; sobre la base de los resultados de 2010, se trataría de unos 396.000 sufragios. Si se tienen en cuenta el crecimiento del potencial electoral y el de los votos efectivos, será necesario obtener 500.000 votos o más. Un listón muy alto para los partidos pequeños y para las nuevas agrupaciones que aspiren a entrar en el juego.
Incluso partidos como Cambio Radical y el Polo Democrático Alternativo podría quedar por fuera del Senado si se mantiene la tendencia decreciente manifiesta en las últimas elecciones, además de las posibles deserciones estimuladas por el abierto transfuguismo de las fuerzas políticas.
En las demás corporaciones sigue vigente la barrera del 50 por ciento del cociente electoral para entrar al reparto de escaños.
-Por otro lado la reforma de 2009 estableció que los candidatos que resulten electos deberán permanecer en el partido que los inscribió mientras ostenten la investidura. Si deciden presentarse a la siguiente elección por un partido distinto, deberán renunciar al menos 12 meses antes del primer día de inscripciones.
Dada la actual dinámica política y la emergencia de nuevas fuerzas con posible migración de congresistas, diputados y concejales, esta regla constituye un obstáculo que muy probablemente tratarán de remover durante 2013. El gobierno se opone a modificar esta regla, pues favorecería una nueva e incierta oleada de tránsfugas políticos.
Las dos disposiciones – umbral y transfuguismo – están siendo debatidas y en ambos casos se preparan proyectos de reforma.
De La Habana
También entran en juego los resultados esperados del proceso de paz con las FARC y la expectativa de una nueva agrupación política que, al igual que los pequeños partidos, requeriría de un sistema más abierto y de posibilidades de acceder a cargos de representación y al proceso de toma de decisiones y formulación de políticas.
En un plano cercano se ubicaría el estatuto de la oposición: una notable ausencia en el entramado institucional que contribuye a empobrecer la deliberación y a obstaculizar la labor de las minorías.
Se espera igualmente la reforma del código electoral, que ha sido aplazada en las dos últimas décadas.
… enmiendas a las enmiendas.
Partidos en movimiento
Nuestros partidos políticos tienen vínculos escasos y débiles con la sociedad y con sus propios electores. No obstante son hiperactivos en su vida interior y en competir con otras fuerzas políticas. El año será pues de mucho movimiento:
– El Partido Social de Unidad Nacional, mayoritario en votos y en escaños, vive un momento de muy alta tensión. En su interior conviven sectores de oposición y de respaldo al gobierno: la mayoría de sus congresistas apoyan al presidente Santos, pero hay un sector cercano a Álvaro Uribe.
Con la creciente pugnacidad entre ambos jefes y la anunciada participación electoral del movimiento Primero Colombia, rebautizado como Puro Centro Democrático, este partido se desdoblará al menos en dos fuerzas opuestas y se jugará su futuro en un escenario distinto y complejo.
Este hecho va a producir efectos importantes en el sistema de partidos: aumentan los actores, crece la polarización y se reconfigura el mapa en el Congreso y en las demás corporaciones públicas.
– El Partido Conservador — desdibujado pero disfrutando de prebendas y adherido a la coalición de gobierno durante tres periodos consecutivos- enfrenta su propio drama: una derrota estruendosa en las elecciones presidenciales de 2010, con precandidato presidencial en la cárcel; dos de sus congresistas fueron protagonistas de la “Yidispolítica” (y aún están en la cárcel); otros dirigentes involucrados en escándalos y en líos jurídicos como el de Cajanal, el del Incoder, el de Agroingreso Seguro o el de la Dirección Nacional de Estupefacientes (13 congresistas investigados por la Corte Suprema de Justicia); el expresidente Andrés Pastrana distanciado; con sectores internos en disputas y sin una renovación en su dirigencia nacional.
Ante el reacomodo y surgimiento de nuevas fuerzas, los conservadores están ante el dilema de mantenerse unidos como partido relevante, o de seguir extinguiéndose al amparo del Estado y disfrutando de las prebendas.
– El Partido Liberal se mueve entre la posibilidad de una reunificación parcial con Cambio Radical y algunos antiguos integrantes que desertaron y pueden regresar (como lo hizo su excandidato presidencial Rafael Pardo); aquí se incluye el propio presidente Santos, quien coquetea estratégicamente con esta opción y a quien el partido asume como uno de los suyos.
Tras doce años marginado de la Presidencia y del poder, el liberalismo se vio desplazado de su condición de partido mayoritario; pero ahora pasó de oponerse a Uribe a ser socio de Santos, lo que le ha permitido cierto reacomodo – aunque también deserciones de personalidades y de exdirigentes.
– Algunos de estos liberales de origen asistieron al lanzamiento de Pido la palabra, una nueva iniciativa que aglutina a académicos y políticos de diversa procedencia: se ubica ambiguamente en alguna parte del espectro político entre el centro (un lugar vacío) y el centro–izquierda. Se ha presentado como una alternativa frente a las opciones existentes.
– El Polo Democrático Alternativo — tras la debacle del carrusel de la contratación, de la gestión en Bogotá, de la desagregación del Movimiento Progresistas y de sus tensiones internas — tiene el reto de relanzarse: en siete años de existencia, su fuerza inicial y sus éxitos electorales han devenido en una izquierda desganada que perdió su ímpetu original en las elecciones de 2010 y tiene el reto de lograr un mayor protagonismo y de definir su candidato presidencial.
El Polo va a tener contar con dos fuerzas políticas que le disputan su espacio en el espectro ideológico: lo que resulte de Pido la palabra y lo que se concrete de los Progresistas. Ya son tres las izquierdas partidistas. No pierde su costumbre inveterada de fragmentarse.
Los otros partidos minoritarios, unidos en torno a la modificación del umbral y del estatuto de la oposición, se aprestan igualmente a mantener sus posiciones, con sus diversas lógicas de reproducción:
– el exitoso MIRA con su “pastoreo electoral” en expansión;
– el mutante PIN, que al menos ha mantenido su denominación y sobre el cual persisten los recelos;
– el partido Verde, que no logra definir un perfil y cuya dirigencia se ha desdibujado, cada quien en lo suyo, porque la “ola verde” hace ya rato que tuvo su reflujo;
– los demás partidos son especies de Singleton-parties, partidos de un solo escaño, marginales y aferrados a una curul. Algunos pesan mucho en la política en sus respectivos departamentos.
¿Frenando y acelerando la inversión?
La principal apuesta del gobierno Santos en su segundo tiempo es el proceso de paz con las FARC (y posiblemente con el ELN). Además de contribuir a romper con el uribismo, se trata de una jugada arriesgada y de la cual dependen el fin de un largo conflicto armado y la decisión presidencial de postularse a la reelección.
Tras doce años marginado de la Presidencia y del poder, el liberalismo se vio desplazado de su condición de partido mayoritario. Foto: Partido Liberal |
Por otra parte, como lo ha anunciado el propio gobierno, este año deberá apretar el acelerador en la inversión pública. Una de las críticas al actual gobierno ha sido su lentitud: muchos anuncios y poca ejecución, lo cual no sólo es atribuible a deficiencias o falta de previsión.
Puede verse también como una estrategia deliberada: produce más rédito electoral el invertir intensiva en las regiones durante el último tramo del periodo de gobierno. Se esperan más anuncios y respuestas de corto plazo. Ya se han hecho para varios departamentos, sobre la base de los buenos resultados del recaudo tributario del año anterior y del proyectado para 2013, tras la reforma tributaria.
En cuanto a la macro–coalición de la Unidad Nacional — fuertemente amarrada a intercambios, a transacciones y a repartos de poder entre los partidos integrantes —, difícilmente sufrirá por culpa de las deserciones, pues estratégicamente da más réditos seguir siendo parte de ella, especialmente en año preelectoral.
Rufián contra canalla
Así se han tratado. Durante la convención de su partido, la alusión del presidente Santos al rufián de barrio tenía como destinatario a Álvaro Uribe y recientemente, de forma más directa, este tildó de canalla al primer mandatario.
Aunque el enfrentamiento tiene también un contenido personal, hay factores de fondo: dos estilos de liderazgo radicalmente opuestos, concepciones diferentes de la democracia y de la tolerancia y también políticas y programas divergentes. Dos de los más visibles y que han causado más enfrentamientos: el proceso de paz y el manejo de las relaciones internacionales.
En la perspectiva del 2013 las diferencias personales, de estilo y de políticas se perfilan incluso más radicales. Va tomando forma la oficialización del nuevo movimiento liderado por Uribe que ya se “posiciona” como el sector alineado de forma más clara en el espectro político como la derecha y la extrema derecha, con sectores latifundistas y ganaderos, que como el directivo de Fedegán, se han ubicado claramente en la oposición a las políticas gubernamentales.
Oposición por partida doble
La oposición asume dos formas que se aprestan a defender posiciones y a proyectarse hacia las próximas elecciones:
- Por una parte, el Polo Democrático que constituye la única oposición a la Unidad Nacional y que expresa posiciones de izquierda democrática. Se juega su proyecto y el mantenimiento como fuerza política relevante.
- Por otra parte, la oposición que ejerce el núcleo articulado por Álvaro Uribe. Su fuerza política y su capacidad de movilización aún no están claras, su cabeza mantiene la capacidad de incidir en los debates, en ocasiones delirante y siempre intemperante, pero ha visto debilitado su círculo de apologistas y defensores, muchos de ellos con problemas legales y otros separados de sus columnas de opinión por serios cuestionamientos.
También se ha visto afectado Álvaro Uribe por los múltiples procesos en su contra, entre ellos la reapertura hecha por la Fiscalía de las acusaciones por vínculos con grupos paramilitares. Aún flota en el ambiente el escándalo de la condena del general Santoyo, quien fuera su secretario de seguridad durante más de cinco años.
El año político pinta muy agitado y habrá mucha tela de dónde cortar.
* Ph.D, en ciencia política y profesor de la Universidad del Valle.
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