El frenazo de la economía en 2012 y perspectivas para 2013
Espejismos
No hace mucho los altos funcionarios de la administración Santos hacían alarde de que los astros se habían alineado sobre Colombia con el advenimiento del nuevo gobierno: decanos de economía algo despistados se admiraban de la velocidad de crucero de la economía[1], mientras que el saliente Ministro de Hacienda anunciaba que la economía colombiana ya había desbancado a la argentina y que ahora era la tercera mayor de Latinoamérica [2].
Incluso el presidente Santos estuvo sentando cátedra en su periplo por Europa sobre cómo se dio un buen manejo a la crisis por la que pasó la economía colombiana entre 1999 y 2000. Se dijo incluso que, antes de llegar a la mitad de su período, este gobierno estaría alcanzando las metas del cuatrienio, tanto en crecimiento como en empleo.
Caída libre
Pero, ya con el sol a sus espaldas prematuramente, el presidente Santos está empezando a ver el Cristo de espaldas. Primero fue el fiasco de la reforma a la Justicia, luego sería el chasco del fallo de la Corte Internacional de Justicia de la Haya — a donde Colombia fue por lana y salió trasquilada — y más recientemente, el descalabro de la economía, que se desinfla sin remedio.
Se dijo incluso que, antes de llegar a la mitad de su período, este gobierno estaría alcanzando las metas del cuatrienio, tanto en crecimiento como en empleo. Foto: Presidencia |
El año pasado la economía creció 5,9 por ciento, rozando la meta del Plan Nacional de DesarrolloProsperidad para Todos: crecerde manera sostenida por encima del 6 por ciento.
A poco andar, se tuvo que ajustar la meta a un modesto crecimiento de 4,8 por ciento, debido a la crisis de la euro–economía, a la lenta recuperación de la economía estadounidense y al efecto de ambos factores sobre las economías emergentes encabezadas por China, cuyo crecimiento también empezó a ralentizarse.
Ante semejante panorama, de poco o nada sirve que la imagen del presidente Santos sea exaltada en la portada de Time o en el diario El País (de España obviamente), mientras las encuestas registran una caída pronunciada en la percepción sobre su desempeño.
No queremos hacer el papel de casandras, pero la situación ha seguido empeorando, no sólo para Colombia, sino también para toda la región:
- Primero, el FMI revisó a la baja su previsión de crecimiento tanto para Latinoamérica como para Colombia, en este último caso la redujo de 4,7 por ciento al 4,3 por ciento.
- Luego, el Banco de la República activó las alarmas, al constatar que las repercusiones de factores internos y externos tales como una baja de la demanda y la crisis de la economía global, estaban conduciendo a un menor crecimiento de las exportaciones y a una caída de la agricultura y de la producción de la industria nacional.
- Finalmente, el Banco Emisor replanteó su política contraccionista que venía estrangulando la demanda. Revisó aún más a la baja suproyección del crecimiento del PIB para 2012: “los anteriores resultados y las nuevas cifras económicas del cuarto trimestre de 2012 sugieren que el crecimiento para todo el año podría ser inferior a 4 por ciento… Se espera un crecimiento de la economía en 2013 superior al proyectado para este año.” Y procedió, entonces, a bajar la tasa de interés de intervención.
La gota fría
No obstante, lo peor estaba por venir y el encargado de arrojar el baldado de agua fría sobre el optimismo panglosiano del gobierno sería el DANE, al dar cuenta del mediocre desempeño de la economía en el tercer trimestre de este año.
Cuando se esperaba un crecimiento entre el 3,5 por ciento y el 4 por ciento, los registros del DANE mostraron un anémico crecimiento del PIB en el tercer trimestre del año de apenas 2,1 por ciento (¡!) frente al mismo período del año anterior, cuyo crecimiento fue de 7,5 por ciento.
Es más, al comparar el crecimiento de este tercer trimestre frente al segundo trimestre se observa una caída de 0,7 por ciento y una tasa interanual negativa de – 2,8 por ciento. La tasa de crecimiento en este tercer trimestre es la más baja que se ha registrado desde el tercer trimestre de 2009.
El desconcierto al momento de divulgarse este registro por parte del DANE fue general. El primer sorprendido con esta desalentadora cifra fue el propio gobierno. A juicio del analista Mauricio Cabrera, este “es uno de los resultados más malos de toda la historia reciente del país, pues sólo en la crisis de 1999 y de 2008 se tuvo en un trimestre una contracción mayor” [3].
Si se utiliza el método de medición de Estados Unidos y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) — club al que aspira ingresar Colombia — “el decrecimiento en el trimestre fue del 53 por ciento (¡!)” [4].
Dado que el crecimiento promedio de los tres primeros trimestres de este año fue de 3,9 por ciento — muy inferior al 5,8 por ciento en el mismo lapso de 2011 — la economía tendría que crecer 4,3 por ciento en el último trimestre, para ajustar un 4 por ciento de crecimiento en 2012, lo cual resulta asaz difícil.
Sectores claves, pero frenados
Curiosamente, el sector de la construcción — que en el trimestre anterior había jalonado la tasa de crecimiento del PIB de 4,9 por ciento con un crecimiento del 18,7 por ciento —ahora registra una caída anual del –12,3 por ciento, inducida en ambos casos por el comportamiento de las obras civiles asociadas a la actividad minero–energética.
El FMI revisó a la baja su previsión de crecimiento tanto para Latinoamérica como para Colombia, en este último caso la redujo de 4,7 por ciento al 4,3 por ciento. Foto: Presidencia |
De hecho, este sector — que había logrado crecer a tasas de dos dígitos — este tercer trimestre creció a duras penas 0,5 por ciento (¡!). La producción de crudo subió apenas el 2,5 por ciento, mientras que la de carbón — que representa el 65 por ciento del PIB minero — bajó en un 8,9 por ciento anual. El sector minero–energético había crecido 13,2 por ciento durante los primeros nueve meses de 2011. En igual período de 2012, creció solo 7,2 por ciento, seis puntos porcentuales menos.
Por su parte, la industria sigue sin levantar cabeza, estancada, en el tercer trimestre al igual que en el segundo registró una caída de la producción, esta vez de 0,1 por ciento, en lo corrido del año creció un insignificante 0,7 por ciento con respecto a igual período de 2011. En los últimos doce meses, registró una baja en el crecimiento de 1,3 por ciento.
El presidente de la ANDI, Luis Carlos Villegas, ha hecho de tripas corazón y ante semejante debacle se ha atrevido a afirmar que “Colombia ha demostrado que cuenta con un aparato productivo capaz de crecer a tasas del 7 por ciento y capaz de amortiguar los choques externos que acompañan a una economía abierta” [5].
Acaso no se ha dado cuenta de que, al paso que vamos, la ANDI dejará de ser la Asociación Nacional de Empresarios —cuya sigla todavía recuerda que originalmente fueron Industriales — para convertirse en la Asociación Nacional de Importadores.
Causas del frenazo
Entre las causas fundamentales de este revés para la economía colombiana se destaca la contracción de los mercados internacionales de productos básicos, que representan más del 70 por ciento de nuestras exportaciones, unida a la distorsión de sus precios.
El boom minero–energético que ha alentado el crecimiento de la economía nacional en la última década ha perdido fuerza e impulso y ahora estamos en su cuarto menguante, lo cual hace pensar que el director del Departamento Nacional de Planeación (DNP) Mauricio Santamaría, anda algo descaminado al afirmar que “estas son razones coyunturales y serán revertidas en el último trimestre por la inversión gubernamental” [6].
En medio de la agitación para hacer aprobar la reforma tributaria, solo hasta el 17 de diciembre el gobierno central se decidió a soltar las amarras y dejar que fluyeran los recursos del Sistema General de Regalías (SGR) mediante el decreto 2642, dizque para “agilizar” los giros de tales recursos [7].
Tampoco va a cambiar de la noche a la mañana el desempeño de la industria, sumida como está en un largo letargo, mientras siga siendo golpeada por la cruda revaluación del peso frente al dólar, que durante 2012 alcanzó casi un 10 por ciento. No hay duda: la enfermedad holandesa viene exacerbando la desaceleración de la economía [8].
La tendencia es clara:
- Las tasas de crecimiento del PIB en el tercer y cuarto trimestre de 2011 fueron de 7,5 por ciento y 6,1 por ciento, respectivamente;
- durante 2012, se registró un crecimiento del 4,7 por ciento en el primer trimestre, 4,9 por ciento en el segundo y – 2,1 por ciento en el tercero.
- Tampoco es buen augurio el hecho de que la formación bruta de capital fijo también se haya contraído 1,6 por ciento en el tercer trimestre de 2012.
El año cerró además con un panorama poco halagador en materia de empleo: según el más reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), “por países, el peor desempeño lo tienen Jamaica (13,4 por ciento de desempleo urbano) y Colombia (11,5 por ciento), que son los únicos donde esa tasa se mantiene en números de dos dígitos”[9].
Además del entorno internacional, el desaliento de la demanda es uno de los factores internos que más está incidiendo en el débil crecimiento de la economía. Como lo acota el director del DANE Jorge Bustamante, “el anclaje de una economía es la demanda, que entre enero y septiembre creció 4,4 por ciento (…) Este es el segundo dato más bajo de los últimos 7 años”[10].
El consumo interno — que representa el 65 por ciento del PIB — ha venido de capa caída: de 5,2 por ciento de crecimiento en el primer trimestre de 2012, pasó a 4,2 por ciento en el segundo y a 4 por ciento en el tercer trimestre.
El contraste no puede ser mayor: mientras que el crecimiento interanual de las ventas minoristas en marzo se situó en 9,4 por ciento, para octubre había cedido hasta caer al –0,32 por ciento.
Perspectivas sombrías
En tales circunstancias se impone la necesidad de aplicar una política fiscal contracíclica, tendiente a galvanizar la demanda para tratar de detener la caída. Esa es la apuesta del Banco de la República al bajar sus tasas de intervención 25 puntos básicos, para quedar ahora en 4,25 por ciento.
La ANDI: ¿De la Asociación Nacional de Industriales a la Asociación Nacional de Importadores? Foto: radareconomicointer-nacional.blogspot.com |
Pero, mientras el Banco de la República hace su tarea, el gobierno con el apoyo del Congreso acaba de aprobar una reforma tributaria con la cual, en vez de inyectar más recursos a la economía para reanimarla, le está reduciendo la capacidad adquisitiva a los consumidores que verán menguados sus ingresos por la mayor presión fiscal de la que serán objeto a través del IMAN, la “simplificación” del IVA y el nuevo impuesto al consumo, que sumados superan los 4,4 billones pesos de recaudo en 2013[11].
Es decir, mientras el Banco de la República afloja el gobierno aprieta. Lo cual es contraproducente, pues en lugar de contribuir a la reactivación de la economía — y particularmente de la industria — tiende a profundizar su crisis.
Esto resulta sumamente preocupante ante las perspectivas sombrías que el país deberá encarar, habida cuenta de que la crisis internacional no amaina y de que su impacto en la economía colombiana es cada vez mayor.
En este momento, el consumidor necesitaba alivios fiscales para fortalecer la demanda interna y no las empresas, que requieren más bien de una política industrial más proactiva.
Se impone, entonces, la necesidad de un giro en la política económica, pues la que viene agenciando este gobierno ha fracasado estruendosamente, habida cuenta de que en lugar de acercarnos a las metas del Plan de Desarrollo, nos está alejando de ellas.
* Miembro de Número de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas.
No Comments