Blog

La cumbre de Doha, incapaz de alcanzar un acuerdo para prorrogar Kioto

Este mes acaba su vigencia; pero, a falta de dos días para que concluya en Doha (Qatar) la cumbre del clima de la ONU -que debe acordar la continuidad del convenio- las desavenencias entre los países lo sitúan al borde del fracaso. Antes de que la conferencia acabe el viernes, debe alcanzarse el pacto para prorrogar este convenio internacional y fijar nuevas reducciones de gases invernadero para el horizonte 2017/2020. Pero la desunión complica el pacto. Ya está claro que en el futuro protocolo Kioto II estaría sólo un pequeño grupo de países (Unión Europea, Australia, Suiza, Ucrania y poco más); pero además las divisiones internas en la UE amenazan con dar como fruto un acuerdo muy devaluado. La cumbre de Doha sigue dos vías de negociación paralela. Por una parte, trata de renovar el protocolo de Kioto, con nuevas metas sobre reducción de gases invernadero para una prórroga del pacto hasta el 2017/2020. La UE es su principal valedor, mientras que se han ‘desenganchado’ Canadá, Japón y Rusia (y nunca estuvo EE.UU), países que ya advirtieron que no estarían en Kioto II, pues, según alegan, los países emergentes (China, India, Brasil…) no asumen compromisos para recortar también sus emisiones. Y, en segundo lugar, se debe avanzar en la negociación global (acordada en Durban, el año pasado), destinada a conseguir un nuevo convenio o pacto legal mundial para implicar a todas las naciones en la limitación de emisiones (incluyendo a EE.UU., China y demás, aunque con metas diferenciadas). El pacto deberá esta listo en el 2015 y entrar en vigor en el 2020. Aparentemente, la primera negociación (la de Kioto II) era la más asequible, pues prácticamente el único esfuerzo de reducción de gases invernadero lo pondrá la UE. Pero asuntos menores han cobrado gran relevancia; y existe un fuerte bloqueo. El problema reside en que los países de antiguo bloque del Este (capitaneados por Polonia) quieren aprovechar en su favor que han cumplido de sobras sus objetivos de reducción de gases para el 2012 (gracias al desplome de su economía y al cierre de sus industrias más contaminantes en los año noventa); y quieren que se les reconozca el derecho a poder comercializar los derechos (permisos) sobrantes de CO2 (el llamado aire caliente) en el futuro, con lo que podrían venderlos y obtener un ‘premio’ sin haber hecho esfuerzos reales para reducir sus emisiones de gases. En las negociaciones, otros paíes de la UE persiguen limitar el uso de estos derechos y negociar su cancelación total cuando acabe Kioto II. «Polonia bloquea el avance de la negociación y quiere arrastrar estos derechos al nuevo acuerdo mundial global, pero lo que hay que hacer es cancelarlos y poner el reloj a cero a partir del 2013», opina Aida Vila, representante de Greenpeace.}

 

Beneficios cómodos
La intención de los países del antiguo bloque del Este es beneficiarse de la comercialización de estos derechos (Polonia ha vendido recientemente a España créditos por valor de 40 millones de euros). Pero si la UE acepta esta situación, los mercados pueden inundarse con una sobreoferta de créditos de CO2 a bajo precio, con lo que se abre la puerta de par en par a que los países optarían por comprarlos en lugar de reducir sus emisiones de gases en origen (es decir, renunciarín a aminorar el uso de combustibles fósiles o a apostar por tecnología limpia).
La postura de los países del Este en este punto envenena la negociación. Por ejemplo, los países en desarrollo (y China) piden que estos derechos de emisiones se cancelen al acabar Kioto II, y quieren que la UE pare los pies a Polonia, pues si no lo hace verán aquí la demostración de que la UE no actúa de manera ejemplar sino con subterfugios que demoran las acciones reales para mitigar el calentamiento. En cambio, otras posiciones, como la abonada por Suiza, buscan una acuerdo flexible que permita comercializar sólo una parte de estos permisos de emisión sobrantes. Rusia observa la negociación en silencio y podría apuntarse a Kioto II si hay un acuerdo beneficioso. Es esperar y verlas venir.

Piden más compromisos
Mientras tanto, las naciones en vías de desarrollo y los grupos ecologistas siguen reclamando que la UE eleve sus metas de reducción de gases para el 2020 (hasta el menos el 30% respecto a 1990) para recuperar su credibilidad como potencia que combate el cambio climático. «La UE debería celebrar un consejo de ministros aquí, en Doha, para acordar los nuevos límite de emisiones», dice Aida Vila.
Sin embargo, la meta aprobada por la UE-25 para el 2020 es asequible. Deberá recortar sus emisiones un 20% para el 2020 respecto a 1990, cuando ya las ha reducido un 17,5% (datos excluyendo la aviación).
No obstante, la prórroga de Kioto puede tener un valor sobre todo simbólico, pues los países que ahora mantienen la idea de ratificar el acuerdo (UE, Australia, Suiza, Ucrania y demás.) sólo representan el 15% de las emisiones de gases totales tras el portazo que han anunciado Rusia, Canadá y Japón.

Financiación en el alero
El segundo gran tema conflictivo es la ayuda financiera a los países más vulnerables al cambio climático. Este año ya acaba la ayuda rápida («fast start fund») aprobado en Copenhague y algunos países en vías de desarrollo se siguen preguntando dónde está el dinero que anunciaron los países ricos. Reclaman más garantías de que estas ayudas continuarán en los próximos años, pero la crisis económica en la UE, cierto absentismo de EE.UU. o los gastos para la reconstrucción en Japón son factores en su contra.

Negociación a largo plazo
Mientras tanto, la otra gran negociación (la destinada a lograr un acuerdo mundial global que incluya a todos los países) va a ritmo lento, puesto que aquí los negociadores tienen la sensación de que disponen de todo el tiempo de mundo. El mandato de Durban fue que el acuerdo se cerrara en el 2015 (y entrara en vigor en el 2020), por lo que la motivación para los negociadores para terminar antes el trabajo es mínima.
Aquí el debate se centra en las discusiones sobre el repetido principio de responsabilidades compartidas pero diferenciadas y el intento de continuar estableciendo dos bloques de países, ricos y pobres, a la hora de fijar compromisos diferenciados de limitación de gases, con China e India en este segundo grupo, aunque esta distinción cada vez parece más pasada de moda.
En este sentido, el debate se ha enriquecido por las aportaciones de un estudio del famoso economista Nicholas Stern, en el que reclama también la contribución decidida de China e India en las tareas de reducir las emisiones, aun reconociendo que sus emisiones per capita son inferiores que en la UE. La nueva investigación de este experto señala que incluso si los países ricos cortaran sus emisiones de gases a cero, eso no sería suficiente para mitigar el calentamiento, dado el alto ritmo de crecimiento de los gases en las naciones en vías de desarrollo en las dos últimas décadas. «No señalo con el dedo al mundo en desarrollo; sólo digo lo que es necesario» (para que las emisiones no superen niveles peligrosos para el clima), dijo.
Stern sostiene que para evitar un aumento de la temperaturas de dos grados (respecto a la era preindustrial), y evitar un catástrofe climática, se requiere que las emisiones anuales mundiales (ahora 35.600 millones de toneladas de CO2) no alcancen las 50.000 millones toneladas en el 2030 y bajen a menos de 35.000 millones en esa fecha.
Si las naciones en desarrollo no actuaran, ellas solas alcanzarían las 37.000/38.000 millones toneladas de CO2, mientras que las de los ricos se situaría entre 11.000 y 14.000 millones de toneladas, con lo que los países en desarrollo serían responsable de dos tercios de las emisiones (cuando en 1990 sólo emitían un tercio del total).


FUENTE: http://noticias-ambientales-internacionales.blogspot.com/

No Comments

Leave a Reply







    ©2017 Corporación CECAN · Todos los Derechos Reservados.