Colombia: todos los ojos puestos en La Habana
Lo escuchado y visto a través de los medios no dejo lugar a dudas: “la cosa pinta brava”, como dicen en Colombia. Los negociadores del gobierno de Colombia y de la guerrilla de las FARC que se inician oficialmente el 15 de noviembre, tienen por delante, por ejemplo, la titánica tarea de encontrar una solución al legendario conflicto por la tierra. Un problema que ha sido génesis de esta guerra de medio siglo y en dónde aún hoy, siguen cayendo campesinos asesinados por el simple hecho de pedir que les devuelvan sus tierras usurpadas a punta de bala. Cabe recordar que la ONU estipula que Colombia es uno de los países del mundo donde existe una mayor concentración de la tierra: algo más del uno por ciento de la población acapara el 52 por ciento del territorio. La solución al problema del narcotráfico será otro de los puntos a tratar en la mesa de diálogo. Todavía si se quiere, más complicado. No se puede dejar de lado que el tráfico de drogas no es un asunto que sólo competa a Colombia, hoy en día, es el cáncer que invade la economía y la vida, de varios países latinoamericanos. Otro de los grandes temas que estará encima de la mesa será el de la justicia y la reparación a las víctimas. Y aquí volvemos al gran meollo con el que se han topado los procesos de paz en el mundo. El de hasta dónde se puede perdonar y olvidar los crímenes cometidos durante el conflicto, muchos de ellos de lesa humanidad, a favor de una reconciliación. Y ahí tendrán mucho que decir las víctimas, una voz que hasta el momento no se ha escuchado en estas negociaciones previas. Y todos estos delicados asuntos tendrán que ser discutidos en medio de la confrontación (los ataques armados no cesan) y de la beligerante y rotunda oposición de influyentes políticos que no creen en la voluntad de paz de la guerrilla.Pero por encima de lo insalvables que parezcan todas estas diferencias y el contexto en el que se discuten, existe la voluntad de toda una nación para parar el derramamiento de sangre de cinco décadas. Un pueblo que según varias encuestas, dice estar de acuerdo en un 72 % con este proceso de paz. Ellos deberían tener la última palabra.
Fuente: rnw.nl
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