Proceso de paz: seis puntos que el Gobierno no negociará con las Farc
La última vez que formalmente hubo una conversación en ese sentido terminó el 20 de febrero de 2002, día en que un comando del grupo subversivo secuestró un avión que había despegado en Neiva y en el que viajaba el senador Jorge Eduardo Géchem. El plagio llevó a que el presidente Andrés Pastrana levantara la zona de despeje en el Caguán y cancelara unos improductivos diálogos, que se extendieron por más de tres años. Este lunes habrá nuevamente un acercamiento que busca el final de la confrontación con armas. El gobierno de Juan Manuel Santos asegura que la experiencia será distinta, porque “no repetirá errores del pasado”, el más protuberante de ellos, el propio del Caguán. Para llegar a este nuevo intento por ponerle fin a la guerra declarada por las Farc, en La Habana, Cuba, fue necesario avanzar en contactos preliminares durante más de un año y en encuentros exploratorios desde febrero pasado, procesos que terminaron con la firma del ‘Acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera’. Se trata de un documento de seis páginas, firmado por dos delegados del Gobierno (Sergio Jaramillo y Frank Pearl), seis delegados de las Farc, cuatro testigos internacionales (dos cubanos y dos noruegos) y cinco testigos colombianos, que contiene un preámbulo y seis puntos de acuerdo, el más importante de ellos la agenda de seis temas, el primero de los cuales es ‘Política de desarrollo agrario integral’. Es con base en ese documento que empezará el diálogo en La Habana. De hecho el propio Presidente reiteró el sábado en España, ante inversionistas y en la Cumbre Iberoamericana, que su gobierno está dispuesto a ser generoso, pero sabe hasta donde puede ceder. “Por el lado nuestro estamos dispuestos a ser generosos. Sabemos altamente cuál es el objetivo, tenemos nuestras líneas rojas y en ese sentido quiero dar una señal de absoluta claridad a los inversionistas: lo que vamos a discutir no son las políticas públicas de Colombia, no es el régimen de inversión, no es la política industrial, o la política internacional, o la política petrolera, eso no va a estar en la mesa de discusión”, aseguró. Añadió que a las Farc se les van a dar las garantías en el día de mañana, sin armas, de proponer sus tesis y abrir un escenario democrático. “No será por intransigencia nuestra que estas conversaciones no tengan éxito dentro de un tiempo prudencial”, tras agregar que las condiciones para llegar a la paz están dadas. Pese al sigilo y hermetismo con que el grupo negociador del Gobierno ha avanzado desde la instalación protocolaria de la mesa (cumplida en Oslo, Noruega, el 18 de octubre), Colprensa pudo establecer los seis puntos inamovibles con los que actuará ese equipo, encabezado por el exvicepresidente Humberto de la Calle Lombana y el alto comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo.
1. La meta es el fin del conflicto
Muchas son las voces, críticas la mayoría, que han repetido que la paz no se consigue sólo con que cesen los disparos. El equipo del Gobierno comparte esa idea, pero insiste en que para la verdadera construcción de la paz integral, con justicia social, es indispensable que acabe ese desangre. De hecho, al diálogo que inicia se le llama la Fase II del proceso, pensando que una Fase III sería de tipo político, económico y social, pero posterior, sin la violencia subversiva actual y con las Farc como partido o movimiento político.
Eso descarta que temas del tipo modelo económico, política minero-energética u organización estatal hagan parte de las discusiones. Garantizar eso es el primer gran reto de los negociadores del Gobierno, pues claro quedó en Oslo que ‘Iván Márquez’ (del Secretariado de las Farc) hará lo posible por estirar la agenda. “La gente piensa que el acuerdo final es la paz, pero ese tratado implica desmovilización, entrega de armas, verdad, reparación de víctimas por la guerrilla. Y por el Estado y la sociedad, darles la posibilidad de participación política en condiciones económicas y de seguridad viables para competir en las elecciones”, dijo el representante Alfonso Prada.
2. Agenda de negociación es inmodificable
Si algo tiene claro la delegación del Gobierno que estará en Cuba es que no conduce a nada tener un listado de temas tan extenso como el que se abordó en El Caguán. Por eso, los asuntos sobre los cuales se llegará a un eventual arreglo son los mencionados en el acuerdo: Política de desarrollo integral, participación política, fin del conflicto; solución al problema de las drogas ilícitas; víctimas e Implementación, verificación y refrendación.
En el mismo sentido del primer inamovible, sobre cada uno de esos puntos acordados previamente se pretende llegar a postulados generales, que luego serán reglamentados o desarrollados con la participación de todo el país, ya en un escenario postconflicto. Uno de los miembros del equipo negociador dijo, incluso, que el texto final debe ser un documento de menos de 30 páginas, que luego servirá de ruta para el desarrollo nacional. Por ello nunca se ha pensado en apuntarle a una Constitución ni a algo similar.
Sobre este punto, la única concesión que está dispuesto a hacer el Gobierno es en el orden de diálogo, pues si algún tema se empantana, buscarán otro en el cual estén más proclives a un arreglo. “Sería nefasto incluir puntos nuevos, lo más importante es que la agenda se definió en una fase exploratoria; ambas partes en la mesa deben respetar eso, lo que no quiere decir que no se reciban puntos de vista sobre los temas pactados”, opina Luis Emil Sanabria, director ejecutivo de Redepaz.
3. Sociedad civil
Para el Gobierno es indispensable que en los diálogos haya un número reducido de intervinientes: “Hasta 10 personas por delegación, de los cuales hasta 5 serán plenipotenciarios… Cada delegación tendrá hasta 30 representantes” (incluyendo expertos en puntos específicos). Pensando en la experiencia de El Caguán, la idea es impedir la romería nacional e internacional que pasó por allí y que terminó enredando los acercamientos.
Por eso los delegados gubernamentales consideran injustas las críticas por la no presencia de sectores de la sociedad. Para suplirla, habrá a disposición de cualquier individuo u organización un acceso Web, con la necesidad de cumplir en él unas identificaciones básicas. A esa especie de buzón electrónico llegarán las propuestas recogidas en las regiones colombianas, algunas de las cuales podrían ir a la mesa.
Pero el analista en temas de paz Alejo Vargas no cree mucho en ese camino: “En eso soy escéptico. La historia muestra que cuando hay tantas propuestas resultan poco consideradas”.
4. No habrá cese el fuego
Las Farc han sido especialmente insistentes en pedir cualquier forma de interrupción a la confrontación armada; la última de ellas la propuesta de ‘tregua navideña’ hecha esta semana.
Para el Gobierno es claro que la situación militar de hoy no es la misma que en 1998 o más atrás, cuando hubo diálogos en Caracas o en Tlaxcala, México. Delegados dijeron que un cese parcial sería una ventaja para la guerrilla y recordaron que durante El Caguán las Farc duplicaron sus frentes y en el acercamiento en Caracas las condiciones del cese se convirtieron en la discusión que le quitó la energía al proceso. Así que esta vez los fusiles pararán sólo con una firma definitiva.
bservadores como la representante Consuelo González de Perdomo apoyan esa actitud al Gobierno: “el cese debe ser el resultado de la negociación. No lo considero determinante para el éxito, lo saludable es que al final sea uno de los logros que se presenten”.
5. Diálogo no será indefinido.
Este tema, el de los plazos de la negociación es el que más inquietud ha creado en el equipo del Gobierno. No quieren ponerle términos temporales, para no crear más dificultades, pero siempre que pueden aclaran que no debe ser indefinido y algunos se arriesgan a decir que antes de un año debería estar cerca el acuerdo final.
Lo más problemático es que con el paso de los meses se irá acercando el calendario electoral del 2014, lo que representará presiones de los candidatos al Congreso y, especialmente, por saber si el presidente que está buscando un acuerdo de paz irá o no por un segundo periodo.
Por lo pronto la instrucción a los negociadores es avanzar a la mayor velocidad posible, haciendo valoraciones periódicas, para saber si lo que se haya acordado en cada uno de los puntos de la agenda permite o no darle más días al diálogo.
Sin duda, este aspecto es el que más desconfianza genera. Así lo destaca, por ejemplo el presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie: “Aquí el Gobierno escogió un camino para avanzar con las Farc frente al cual soy escéptico y creo que a la final este ejercicio quedará truncado y las expectativas que se levantaron un día van a terminar demolidas por los hechos”
Discreción y sigilo
Todos los analistas coinciden en que es imposible evitar que en La Habana los delegados de las Farc hablen cada vez que puedan.
Del lado del Gobierno la intención es no responder a esas declaraciones, para no convertir en mediático, lo que cree que debe ser técnico de negociación.
Aunque será uno de los primeros puntos a discutir desde el lunes, la primera intención es reducir al mínimo la cantidad de ruedas de prensa y las declaraciones oficiales.
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