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521 buses dejarán de circular de las calles de Cali desde este lunes

Jorge Villalba siente que va a extrañar el viejo Dodge modelo 96 que manejó durante los últimos siete años y no precisamente por las 15 y hasta 18 horas al día que permanecía montado en él, sino porque ese duro trabajo le permitió sacar adelante a su familia. Hasta ahora, porque no sabe qué va a pasar mañana cuando ya no pueda encender de nuevo ese motor por las calles de Aguablanca. Gustavo Mina tampoco tiene certeza de la nueva ruta que tomará su vida. La que tenía en Coomoepal quedó cancelada por decreto. El jueves pasado, 200 conductores como ellos, empleados de patios y hasta lavadores de buses se fueron a clamar por su suerte a las afueras del CAM. Los seis carros de la familia de Germán Gutiérrez, afiliados a la Azul Plateada, tampoco irán más. Y con ellos se irán 521 buses que se estaban moviendo en 50 rutas del viejo sistema de transporte colectivo que empieza a expirar. El inventario del transporte público colectivo, el oficial, habla que hasta el 2006 había 4.351 vehículos legales y censados en el servicio urbano de Cali, los cuales disponían de 115.329 sillas para pasajeros. De esos vehículos 1.725 eran buses de 40 pasajeros y equivalían al 39,6% del total. Otros 653 (el 15%) eran busetas de 19 pasajeros y 1973 (el 45%) microbuses. Entre esos carros había 1.240 que tenían pendientes judiciales. El modelo promedio de ese parque automotor era 1996. Una edad de 10 años para entonces. Curiosamente en el registro automotor aún había hasta hace poco un vehículo con tarjeta vigente del año 1970, otro de 1974 y 2 de 1975, los más antiguos. Esos carros ya fueron chatarrizados. El grueso de vehículos, 832, son modelo 2001. Pero, por ejemplo, también se registraban 351 vehículos del año 1999, 305 del 2000 y 304 de 1998. Del año 1990 sólo quedaban 278 buses. Ya muchos han sido adquiridos por los operadores y chatarrizados o cambiados de radio de acción. Sin embargo, aún quedan más de 300 buses modelos 2003 y posteriores, por los cuales sus dueños piden lo que valen comercialmente y una indemnización. Una de las dificultades para negociar es justamente que aquí cada bus tiene un dueño. Sí, el 81% de los vehículos antiguos de servicio público de Cali tienen un solo propietario, según el censo del Tránsito. El 11,7% de los propietarios tenía de a dos buses, el 3,4% de a tres, el 1,4% era dueño de 4 buses y el 1% poseía 5 buses. Sólo el 0,75% de inversionistas figuraba con diez buses o más. La cuenta regresiva para que todos estos buses apaguen sus motores y salgan de circulación (al menos del transporte masivo de Cali), está tocando su fin. Andrés Quimbayo, abogado del Tránsito Municipal, precisó que de los 866 buses urbanos que figuran activos en el registro oficial y que deben salir mañana, sólo 521 tienen la tarjeta de operación vigente. Es posible que los demás estén trabajando de manera irregular, pero igual deben salir. Estos 521 buses están adscritos a 12 empresas de transporte que también perderán su habilitación porque no les quedarán más rutas qué servir. De esta manera, en la ciudad no quedarán más de 300 buses sirviendo 21 rutas de transporte urbano que aún siguen vigentes por un mes más, de acuerdo con el ultimátum dado por la Alcaldía de Cali. De las 25 empresas de buses que tenía Cali, sólo 13 seguirían operando durante octubre ya que tienen una, dos o hasta tres rutas que todavía no se cancelan, porque están pasando por lugares adonde los buses del MIO aún no llegan. Metrocali informó que las rutas suburbanas que quedan serán sometidas a reestructuración, toda vez que hacen recorridos largos entre la zona rural y la parte urbana. En otras palabras, se cierra la registradora de los buses viejos para los pasajeros y se abren las puertas del MÍO.

 

Dura negociación

 

Frente a esta realidad, la negociación para la salida de los buses tradicionales sigue tensa. Los pequeños propietarios advirtieron al alcalde Rodrigo Guerrero que los operadores del MÍO están atrasados en la chatarrización de 250 vehículos para cumplir con la reducción de oferta que les exige Metrocali, una condición para que puedan ingresar los nuevos buses del MÍO. Tal vez por eso en abril pasado la Administración les extendió a los operadores el cronograma para cumplir con esa reducción de oferta, el cual iría hasta abril del 2013. Con esa decisión lo que se hizo fue “fiarles la chatarrización a los cuatro operadores”, dijo Álvaro Gómez, abogado de afectados, porque, de un lado, pueden incumplir los términos del contrato de concesión que dice que para ingresar un bus nuevo al MÍO, debe certificarse la salida del número equivalente de buses del viejo sistema. Y, de otro lado, no se les exige el pago inmediato de los buses que se eliminan, con lo cual les fían la chatarrización, afectando el patrimonio de los dueños de los carros que deben salir. El alcalde Guerrero respondió que eso no va a ocurrir y una de las condiciones que se impondrán es que los buses que salgan ahora se paguen de inmediato por los operadores para no afectar a la gente. La cuestión es que a los operadores del MÍO les faltan 250 buses por chatarrizar para cumplir su parte y hay 500 carros para desvincular. Eso va a generar una sobreoferta de vehículos antiguos que implicaría que los precios de los mismos tiendan a bajar sustancialmente. Sobre la mesa, los dueños de los buses han pedido hasta $800 millones por cada vehículo que debe salir. De esa cifra, dicen que $120 millones corresponden a la Tarjeta de Operación que consideran un derecho adquirido. También piden el pago del vehículo a precios de referencia de Fasecolda y que, de acuerdo al modelo, oscilaría entre 40 y $70 millones por carro. Y solicitan una indemnización por la vida útil del vehículo, más el Fondo Fresa de un salario mínimo durante 30 meses. Los operadores, por su parte, aceptan pagar los buses al precio comercial que señala Fasecolda más $30 millones por tarjeta de operación, lo que daría entre $70 millones y $100 millones por bus. Pero descartan reconocer pago por vida útil del vehículo, toda vez que dicen que eso no figuraba en los términos iniciales del contrato con Metrocali. En medio de todo, el personero Andrés Santamaría advirtió que hay un riesgo en esta transición, y es que algunos sectores de la ciudad se queden sin servicio de transporte porque salen los viejos buses sin que llegue el MÍO, con lo cual los usuarios serían los más perjudicados. Frente a eso, el alcalde Guerrero indicó que la prioridad es garantizar el transporte a los caleños y no descartó que si el MÍO no es capaz de cubrir esos vacíos que quedan en la ciudad, se autorizaría allí temporalmente la operación del sistema colectivo mientras llega el nuevo servicio.

 

Fuente: elpais.com.co

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