Centroamérica: “Nosotros ponemos los muertos”
La cita de Tegucigalpa, con la participación de los Presidentes de Honduras, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, el Primer Ministro de Belice, el Canciller de República Dominicana y el vicepresidente Biden, fue ante todo una puesta de cartas sobre la mesa que de acuerdos concretos. Fiel a su tradición, Centroamérica enfrenta un desafío común, pero quiere negociarlo bilateralmente con Estados Unidos. Un diplomático hondureño fue conciso al afirmar que “mientras el narco tiene una visión regional, los Gobiernos tienen propuestas e intereses nacionales”. Un hecho que se reconoce es que la magnitud del narcotráfico no es similar en todos los países. Los más afectados son Honduras y Guatemala, pues son claves en el paso de la droga rumbo al norte. Le siguen en conflictividad El Salvador y, con menos violencia, Costa Rica y Nicaragua. Pista de aterrizaje Honduras, por su ubicación geográfica y porosidad institucional, es una enorme pista de aterrizaje para los narcos y su dinero sin límites. Las avionetas parten de la selva de Colombia y Venezuela con destino al Caribe dominicano, y, luego de evadir los radares, dan un giro y se dirigen a territorio hondureño. Los capos criollos crecen a la sombra y voluntad de los grandes carteles colombianos y mexicanos. Pese a que la presencia de la Agencia Norteamericana Antidrogas, DEA, y del Ejército norteamericano en Honduras es permanente y, por esa razón, recibe mayor asistencia financiera y logística de Washington, la droga no cesa de llegar, para luego partir en busca de consumidores. Guatemala es otro trampolín más cercano a los carteles mexicanos y, al igual que el caso hondureño, sufre los efectos de la extrema violencia del narco y del crimen organizado en general.¿Hay consenso entre los Gobiernos de Honduras y Guatemala para una estrategia común frente al narco? La respuesta es negativa. Mientras el gobernante guatemalteco, Otto Pérez Molina, insistió ante Biden en despenalizar el tráfico y consumo de la droga, su homólogo hondureño va por otro camino, y prefiere recibir más dólares, apoyo de inteligencia y asistencia económica de Washington. La alianza ya está avanzada. De hecho, en febrero pasado el Congreso hondureño reformó la Constitución para autorizar la extradición a Estados Unidos de narcotraficantes nacionales e internacionales. Por su parte, Washington duda acerca de la canalización de asistencia financiera para los cuerpos de seguridad de Honduras, a sabiendas de que en su interior hay corrupción y nexos con grupos criminales. Gobierno amigo Nicaragua, El Salvador y Costa Rica tienen también su propia agenda. En vez de exhibir su lado combativo con Washington, Daniel Ortega se refirió a Estados Unidos como “un Gobierno amigo”, y manifestó su confianza en que incremente su respaldo para hacer frente común a la producción, el tránsito y la comercialización de la droga, así como su apoyo a programas sociales. Además, tampoco tuvo roces, sino más bien coincidencias, con la costarricense Laura Chinchilla. Por su parte, el salvadoreño Mauricio Funes enfatizo la necesidad de una Centroamérica unida contra el crimen organizado, pero sus prioridades son internas, entre ellas enfrentar a las ‘maras’ e impulsar programas sociales. La alianza San Salvador-Washington es demasiado vital para Funes como para agrietarla por otros temas, como la iniciativa guatemalteca de despenalización. CARSI En ese contexto de intereses regionales y bilaterales, Biden subrayó que “para mi país significa una enorme importancia ganar la lucha contra la violencia transnacional”. El ofrecimiento público más concreto del Vice presidente es mantener el apoyo de la administración Obama para la Iniciativa de Seguridad Regional de Centroamérica (CARSI), a través de la cual ha prometido 361 millones de dólares desde el 2008, y anticipa otros 107 millones de dólares para el año que entra. A juicio de algunos analistas, la CARSI es complemento y, a la vez, consecuencia de los resultados del ‘Plan Colombia’ y la ‘Iniciativa Mérida’, que forzaron la reubicación de los cárteles más poderosos, muchos de los cuales se desplazan por Centroamérica. Sin embargo, no todo fueron drogas en la reunión de Tegucigalpa, también se habló sobre la próxima Cumbre de las Américas, el tráfico ilegal de emigrantes, el lavado de activos, la institucionalidad y la cooperación económica. Además, Biden propuso una cita anual con los gobernantes para monitorear la lucha contra el crimen transnacional y la marcha de los acuerdos de trabajo. Cuando cayó el telón de esta reunión de alto nivel, y Biden regresó a su país, la impresión que dejaron los gobernantes es que, tras haber estado relegada durante años, Centroamérica ha vuelto a la agenda de Washington. ¿Qué implicará este hecho para la región? La respuesta no tardará mucho, al igual que la de los narcos ante esta amenaza a su imperio.
Fuente: http://www.rnw.nl/espanol/article/centroam%C3%A9rica-%E2%80%9Cnosotros-ponemos-los-muertos%E2%80%9D
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