«ES LA MULTA AMBIENTAL MÁS ALTA DE LA HISTORIA».
¿Están satisfechos con el monto que debe pagar la petrolera?
El juez ordenó que se pague US$8.646 millones por el daño ambiental. Aparte de eso ordena pagar 10% adicional para los demandantes. La suma final ronda los US$9.500 millones. Además, el juez consideró que hubo daño moral a la integridad y reputación de la población amazónica y ordenó a la Chevron a pedir disculpas públicas. Dice que si no pide disculpas, pagaría el doble.
¿Es la cifra justa?
Creemos que es una cifra alta. Es la más alta en la historia de la humanidad. Supera a la que se pagó por el derrame de Exxon Valdez en Alaska. Comparada con el daño ambiental no es suficiente.
¿Cuál ha sido el momento más difícil para usted?
En agosto de 2004, cuando uno de mis hermanos fue asesinado en Sucumbíos. Luego vino una persecución por varios meses. No tenía tranquilidad. Estaba amenazado. He dicho que no puedo confirmar que la Chevron sea responsable de eso, no tengo pruebas, pero hay muchos hechos vinculados a lo que pasó allí y hay una duda muy grande. En 2010 recibimos una presión de Chevron en la que querían a toda costa destruir el caso. Debo decir con toda sinceridad que pensamos que era imposible llegar a una sentencia por todas la maniobras de la empresa, que invirtió más de US$500 millones para defenderse.
¿Pensó en rendirse?
No. Siempre he dicho que cuando entro en una batalla me gusta ir al final sin importar las consecuencias. Siempre decía que siguiéramos aunque no tuviéramos éxito. Nunca pensé en dejar la causa botada. Hemos dado un gran paso, pero falta mucho por recorrer. Enfrentamos a una empresa poderosa. No va a haber nada gratis.
¿Cuál fue el daño que causó la Chevron?
Chevron arrojó 18.000 millones de galones de agua de formación a los ríos. Segundo, construyó 1.000 fosas o piscinas donde arrojó aditivos tóxicos que son cancerígenos. Afectó la vida de cuatro pueblos indígenas. Más o menos a 30.000 personas de forma directa y 100.000 de forma indirecta. Durante esos años perforó 356 pozos.
¿Estudió derecho para defender a estas comunidades?
Nací en una población de la costa de Ecuador. Me crié en la Amazonia. Llevo 25 años viviendo en esta región. Mi familia es de extrema pobreza. Es una familia de 10 hermanos. Cuando trabajaba como obrero vi muchas injusticias con niñas, mujeres y con los trabajadores. Cuando tenía 17 años cree una agrupación de Derechos Humanos. Así nos vinculamos a este caso.
¿De qué manera cambió su vida?
No me he puesto a pensarlo. Ha habido una alteración del ritmo de mi vida. Un gran reconocimiento público dentro y fuera de Ecuador. El problema de seguridad aumentó. Tengo apenas dos a cuatro horas al mes para compartir con mis hijos. Es el precio del trabajo. No quiero dejar a mis hijos herencia de bienes, quiero dejar un país que no esté destruido ambientalmente. Mi sueño es que este país sea mejor de lo que es.
¿Podría contarme qué más se sabe del asesinato de su hermano?
Según informes policiales y de los médicos forenses fue torturado y luego asesinado. No tenemos más datos.
¿Qué importancia tiene la sentencia?
Es importantísima. Sienta un precedente. Es una noticia que se ha cubierto en todo el mundo. Me parece que está sembrando algo grande. Cuando las empresas actúan con irresponsabilidad pueden ser demandadas por comunidades empobrecidas. Una clave de nuestro proceso es que está basado en la fortaleza de campesinos e indígenas. La fuerza está en la bases sociales.
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