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Derrotado el mito de los guerrilleros invencibles

En 2007, en desarrollo de la política de seguridad democrática del gobierno Uribe, las Fuerzas Militares ya habían replegado a las Farc a sus zonas de
retaguardia y el Estado empezó a desarrollar minuciosas acciones de inteligencia. Tres bajas demostraron la eficacia de esta nueva estrategia. En junio cayó en el Cauca Milton Sierra Gómez, alias J.J., comandante del frente Manuel Cepeda. En septiembre, Tomás Medina Caracas, alias El Negro Acacio, y en octubre Gustavo Rueda, alias Martín Caballero.
Con las dos últimas acciones, la Fuerza Pública logró importantes triunfos. El Negro Acacio manejaba el sistema de comercialización de droga y armas en la región del Guaviare. Con su muerte se cortó un nexo clave de las Farc en el sur del país. Y del otro lado, con la baja de Martín Caballero comenzó el declive del Frente 37 y su zona de influencia en los Montes de María, en el departamento de Sucre. De las dos acciones, las Farc aún no han podido recuperarse militarmente.
Luego vino 2008, que sin duda marca la historia del grupo guerrillero como el año de la derrota. En febrero cayó preso Helí Mejía, alias Martín Sombra, un
curtido insurgente que coordinaba el cautiverio de los secuestrados políticos. El 2 de marzo, en una operación militar en territorio ecuatoriano, fue abatido
el canciller de las Farc, Luis Édgar Devia, alias Raúl Reyes. No sólo por la importancia del personaje sino por los hallazgos en su computador, este fue un golpe demoledor para esa organización.
A ese mal momento se sumó el asesinato, a manos de uno de sus subordinados, del jefe guerrillero y miembro del Secretariado, Manuel de Jesús Muñoz, alias Iván Ríos. Y para completar ese marzo negro, el 26 falleció por infarto el jefe máximo de las Farc, Manuel Marulanda Vélez. Además de otros comandantes de segunda línea, en mayo se entregó a las autoridades Nelly Ávila Moreno, alias Karina, jefe subversiva entre Antioquia y Caldas.
Sin contar otras operaciones en las que las Fuerzas Militares liberaron a un significativo número de secuestrados políticos, en junio de 2008 también se
produjo la captura de Édgar González Micolta, alias El Negro Antonio, un personaje clave en el intento de las Farc por recobrar su influencia en la región
del Sumapaz. Otro contundente golpe al que se sumaron las capturas de otros jefes de milicias y, recientemente, la muerte de alias Domingo Biojó, abatido en el Putumayo.
La mala hora de las Farc se complementa ahora con las bajas del Mono Jojoy y Romaña, en una operación conjunta de las Fuerzas Militares. Hoy es claro que el mito de los jefes guerrilleros invencibles es asunto del pasado y que definitivamente la inteligencia resultó ser la pieza que le faltaba al Estado para empezar a concretar su objetivo desde hace varias décadas: derrotar a la guerrilla o al menos obligarla a llegar a una mesa de negociación sin la soberbia con que encararon todas las opciones de diálogo que se le ofrecieron en el pasado.
Elespectador.com
 

 

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