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Congreso de EE.UU. aprobó reforma regulatoria a Wall Street

Washington.  En una sesión maratónica de más de 21 horas, los legisladores acordaron reescribir las reglas del mercado lo que va a presionar a las ganancias de Wall Street y van a cargarla de mayor supervisión y restricciones más ajustadas.
La reforma aún tiene que obtener la aprobación final de ambas cámaras del Congreso antes de que Obama pueda firmarla como ley, lo que le da a Wall Street una última oportunidad para desplegar su ejército de negociadores en el Congreso.
Se esperaba una rápida aprobación y la reforma podría ir a Obama para su firma el 4 de julio.
Las modificaciones buscan evitar que se repita la crisis financiera de 2007 a 2009, que provocó la recesión y llevó a rescates de los contribuyentes para los desesperados gigantes financieros.
El proyecto
En las últimas horas de la sesión, los legisladores llegaron a acuerdos sobre las secciones más polémicas del proyecto, que restringen la intermediación de derivados de los bancos y limitan sus operaciones en un esfuerzo para proteger de las actividades más riesgosas los depósitos respaldados por los contribuyentes.
Pero la industria ganó concesiones significativas que podrían aflojar la cuerda.
Las entidades financieras tendrán que pagar 19.000 millones de dólares para cubrir sus costos.
El compromiso permite a los bancos seguir adelante con las operaciones con tipos de cambio y de interés, que suponen el grueso del mercado de derivados directo de 615 billones de dólares.
Los bancos también podrían participar en canjes de oro y plata y derivados diseñados para cubrir sus propios riesgos.
Para ello tendrían que separar las actividades de intermediación que se dedican a intercambios agrícolas, energéticos y de metales, de los canjes bursátiles y de los canjes de certificados de deuda no regulados.
Los legisladores acordaron que los bancos deberían afrontar restricciones a sus actividades de intermediación riesgosas.
El proyecto transformaría dramáticamente el panorama financiero de Estados Unidos.
Crea una nueva autoridad de protección al consumidor y brinda a los reguladores nuevos poderes para controlar a las compañías financieras en problemas antes de que puedan lastimar a la economía.
Aunque deja intacto el remendado mosaico de reguladores federales que no lograron detener la última crisis, establece un concejo inter-agencias para supervisar los riesgos sistémicos a la estabilidad.
El proyecto también obliga a buena parte del mercado de derivados directos, que empeoró la crisis financiera y llevó al rescate de la aseguradora AIG por 182.000 millones de dólares, a canales más responsables como las agencias de liquidación y los mercados.
Los bancos más grandes tendrán que juntar más capitales que eventualmente los ayudan a lidiar con otras crisis.
Las agencias calificadoras de crédito, como Moody’s Corp, podrían ver a sus modelos de negocios puestos en vertical por los reguladores que quieren resolver conflictos de interés.
Los emisores de tarjetas de crédito, como Bank of America, probablemente tengan que reducir las comisiones de transacción que cobran a los comerciantes que usan sus tarjetas.
Larepublica.com.co

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