Conmovedor sepelio de niño víctima de bomba de las Farc en el Cauca
Durante el sepelio, los habitantes de este poblado le pidieron a la guerrilla que los dejen tranquilos.
Los compañeros de colegio del menor de 5 años, muerto el pasado miércoles, lo despidieron con calle de honor y banderas blancas, en el corregimiento de Siberia, de Caldono.
Su mamá, una concejala, sigue hospitalizada e inconsciente.
Cuando los habitantes de Siberia escucharon frente al ataúd del pequeño Juan Pablo Chicangana las primeras estrofas de La canción infantil, el inolvidable tema de José Luis Perales, no pudieron contener el llanto.
La canción la interpretaba Jesús Paladines, rector de los Comuneros, el colegio donde estudiaba el niño de 5 años que perdió la vida al quedar atrapado en medio de los ‘tatucos’ (bombas hechizas de las Farc) que la noche del pasado martes lanzaron contra la estación de Policía del pueblo.
Él tampoco pudo contener el llanto, la voz se le quebró y no pudo seguir rasgando las cuerdas de su guitarra.
"Le segaron la vida injustamente. La guerrilla ha sembrado mucho dolor en la familia", dijo Hárold Patiño, tío del pequeño, camino al cementerio. Era de los pocos que hablaban porque desde la noche en que murió Juan Pablo e hirieron a su mamá, la concejala Luz Marina Patiño, los cerca de 2.000 habitantes de Siberia, una población ubicada en las montañas de Caldono, sólo lloran.
Los 650 estudiantes de Los Comuneros, desde los más pequeñitos hasta los de bachillerato, hicieron una calle de honor para que pasara el cortejo fúnebre. Todos llevaban banderas blancas elaboradas por ellos mismos y con la palabra paz escrita a mano. "Lo vamos a extrañar. No queremos más violencia", decía David Murillo, uno de los estudiantes.
El papá del niño, Humberto Chicangana, en medio de su dolor, sacó aliento en la iglesia para agradecer a todos el acompañamiento y la solidaridad con su familia.
"Estamos consternados. Lo que pedimos es paz. Los niños no pueden ser víctimas de execrables crímenes de lesa humanidad, deben ser la población más protegida por el Derecho Internacional Humanitario", pensaba el rector Paladines.
El día en que perdió la vida, el niño estaba en un local comercial que queda junto a la estación de Policía, cuando de un momento a otro comenzó el ataque de la guerrilla.
La concejala Patiño permanece inconsciente desde ese martes en el Hospital Universitario San José de Popayán.
Según su hermano, recibió demasiadas esquirlas en la cabeza.
Los médicos le informaron a la familia que, dentro de su gravedad, se halla estable.
Ella ingresó con un trauma craneoencefálico.
"Nosotros no tenemos miedo, lo que pedimos a las fuerzas revolucionarias es que nos dejen en paz. Esta es una población humilde, aquí la gente es buena", dijo Patiño, el tío del niño.
eltiempo.com.co
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