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Réquiem por el Valle

 

 

Marzo 16 de 2010

Título que podría ser cualquier otro, pero el orden de los factores no altera el producto: ‘Crónica de un tsunami anunciado’, ‘Blanco es gallina lo pone’, ‘Todo el mundo lo sabía’, ‘La política, el gran negocio del Valle’, ‘Cremación de la honestidad’. En fin. 

Tristeza. Rabia. Desconcierto. Impotencia. Sentimientos y emociones compartidos, curiosamente, por cientos de miles de vallecaucanos. Culpables, también, por no haber hecho nada cuando todavía era tiempo. Cuando la catástrofe que se avecinaba con nombres propios se hubiera podido detener. Ya es tarde para llorar por la leche que derramamos a conciencia, por indiferentes, sobraditos de lote, abstencionismo. Por creer que la responsabilidad política es cosa ‘de otros’ y “que yo no me unto de esa porquería”. Sin importarnos que la ‘no untada’ significa que quedemos embadurnados hasta el alma por los próximos cuatro años. 

Ya lo había escuchado de boca de altos dirigentes capitalinos “si no hacen algo rápido pierden de nuevo el Valle y esta vez para siempre”. Pues no hicimos nada. Algunas voces, algunos columnistas, algunos locutores, algunos noticieros, algunos quijotes que trataron en vano detener el huracán de la corrupción, la compra de votos, los contratos amañados, los subsidios con nombre propio, la manipulación de los altos mandos gubernamentales, la complicidad de dirigentes y chanchulleros de profesión. 

Para puntualizar un poco más, se sabía de antemano sobre la participación descarada de la Gobernación del Valle en las campañas. Se sabía de su manipulación política. Se denunció oportunamente la utilización de recursos oficiales para favorecer candidatos con nombre propio. Pero nunca ninguna autoridad competente averiguó, ni investigó. 

Nos merecemos el título ganado a pulso de ser el departamento más corrupto de Colombia. De ser el departamento que jamás logró salir de las garras de una narcocultura, en la que todo tiene precio, que todo vale desde que se venda o se compre, que la decencia, el respeto, la dignidad y la honestidad le dieron paso al dinero fácil, al oportunismo, a las prebendas y a las marrullas. 

Y si este es el destino como Departamento, el destino de Cali como su capital es el mismo. Ospina y Abadía, cortados con la misma tijera. Menudencias de la misma olla. 

Nos queda una última esperanza: esperar que el Procurador o la autoridad competente investigue sin temor y hasta el fondo el origen y la financiación de ciertos candidatos, que sin haber abierto su boca ni haber presentado propuesta alguna, tuvieron las más altas votaciones del Departamento y su Capital. Léase Rizzetto y Ospina-hermano. ¡Qué asco! 



*** 

P.D. Dolor de ciudad y de región, las derrotas de Christian Garcés, Santiago Castro, Alejandro De Lima, Mapi Velasco, Carlos José Holguín y otros candidatos que nos garantizaban un desempeño honesto y limpio. Perdimos el Valle en los escrutinios, pero siempre existirán voces honestas y valerosas que jamás lograrán silenciar. 

elpais.com.co

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