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Invasores se apropian de Los Farallones

“A la derecha, por un camino, vimos a Salomón Arboleda, identificado con cédula 1.113.620.316 de Cali. El hombre estaba en un rancho de madera rodeado por matas de café. A 300 metros vimos otro rancho donde estaba Ana Ligia Hoyos, identificada con la cédula 25.483.522 de Cali. La mujer dijo estar sembrando fríjol en un lote que se veía deforestado y quemado. Unos 100 metros más abajo encontramos a Harold Galindo junto con una señora, quien no se identificó. Dijeron ser desplazados y que en compañía del señor Enrique Guasaquillo, con cédula 10.476.623, estaban abriendo huecos para sembrar. Pero en realidad se observan unas tablas, al parecer aserradas el día anterior, el lote deforestado y quemado”. 

Según la Policía, todas las personas halladas infringiendo la Ley durante los recorridos, fueron citadas a la estación de El Saladito, ubicada sobre el kilómetro 14 de la vía al mar. Una vez allí les informaron que sus actividades son ilícitas y que debían terminarlas. En su defensa los invasores argumentaron ser desplazados y antes de irse, exigieron que el Municipio debía indemnizarlos por sus cultivos. 

“Esa es una de las excusas recurrentes que utilizan aquellos que son sorprendidos invadiendo—señala la corregidora Millán—pero hemos notado que es una de las estrategias que usan para tomar posesión de lo que no les pertenece”. 

Y aunque en realidad se tratara de desplazados, el daño ambiental que producen pone en riesgo la más importante reserva hidrológica con que cuenta Cali. Carlos Mario Guerrero, funcionario de la CVC, explica lo que encontró durante las visitas. 

“Apreciamos una ocupación del territorio no planificada por habitantes de los barrios aledaños. Han invadido suelos con procesos erosivos moderados, que ponen en riesgo la vida de los mismos invasores; sin acceso a servicios públicos, lo que los obliga a extraer recursos forestales para su consumo, como agua y madera, amenazando el equilibrio de la biodiversidad del parque”, aclaró el administrador ambiental. 

“La ampliación de la frontera para cultivos y ganado, a través de incendios provocados, deteriora los bosques nativos que dan sustento a las fuentes hídricas de esa parte del parque, que con el verano prolongado tiene muy bajos caudales”, agregó Guerrero. 



Un ambiente inseguro 

Más allá del problema ambiental que surge por las nuevas invasiones, las quejas ante el incremento de la inseguridad en los sectores que colindan con ellas, se han vuelto recurrentes. 

El martes de esta semana, cuando el equipo de El País realizaba el último recorrido por el sector, dos agentes de policía buscaban un caballo que fue robado de una finca en Las Nieves y que fue visto en los ranchos que se están levantando al final de la invasión Patio Bonito. 

“Desde que esa invasión creció hemos padecido el aumento de los robos y la inseguridad. No sólo se pierden animales, sino herramientas y enseres de las fincas de recreo”, dijo Andrés Villegas, quien hace poco vendió su finca cerca de Felidia por esa razón. 

Al otro costado del parque natural, en el corregimiento de Pichindé, al cual se llega por la vía que pasa por Cristo Rey, el auge de los atracos disparó las alarmas de la comunidad. 

Una de las familias más tradicionales del lugar, los Buenaventura, sufrieron el año pasado el robo de un vehículo en plena vía. Entre Ventiaderos y el puente sobre el río Pichindé varios hombres encañonaron a los ocupantes del carro y se los llevaron monte adentro. 

“Pensamos que nos iban a secuestrar”, recuerda uno de los afectados. Para su ‘fortuna’ los ladrones los dejaron amarrados de un árbol junto al río, muy cerca de la loma de La Caja, donde ya existen algunas invasiones. 

La indignación de la gente por este atraco, que era el segundo del año en esa vía, los llevó a reunirse y reclamar a la policía un mayor control. Pero tras una serie de robos a las casas del sector, en los que se llevaron sólo las armas que usan para la vigilancia de las fincas, la gente no ha vuelto. 

Sin embargo, no son los robos de casas, vehículos y bestias lo que más preocupa a los agentes de la policía destacados en los corregimientos afectados por las invasiones. Lo que en realidad los tiene alarmados es que en sus visitas a los sectores invadidos han encontrado túneles y excavaciones que podrían ser utilizados para esconder personas secuestradas, explosivos o armas. 

Y es que hace menos de un año, el 17 de abril del 2009, fue rescatado el ganadero Jaime Arias por el Gaula de la policía en el barrio Terrón Colorado, vecino de las invasiones. A este hombre de 63 años la delincuencia lo secuestró y mantuvo escondido en un túnel de 14 metros de profundidad por 80 centímetros de diámetro, mientras intentaban ‘vendérselo’ a la guerrilla de las Farc. 



Desidia oficial 

Por las razones expuestas en este informe, quienes viven o frecuentan Los Farallones de Cali, les exigen acciones concretas a las autoridades, en especial al subsecretario de policía y justicia del Municipio, Fortunato García, quien fue enterado del caso con un derecho de petición en julio del 2009, el cual contestó “con una retahíla jurídica pero sin cumplir con su deber, el cual no es conocer las normas, sino aplicarlas”, según opinó el industrial Alfredo Carvajal en su columna, publicada en este diario el 9 de diciembre pasado. 

El alcalde Ospina también fue enterado del caso por la CVC en septiembre y noviembre del 2009, pero hasta ahora no ha hecho nada según explicó la corregidora Millán. 

“Para los desalojos debemos contar con el apoyo del nivel central de la administración, que nos ha dejado solos”, puntualizó la funcionaria. 



“Cero tolerancia con las invasiones” 

Aunque para el alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, el problema de las invasiones es complejo por la multiplicidad de elementos que se conjugan: falta de vivienda, migración y desplazamiento, entre otros, fue enfático al afirmar que el próximo martes citará un consejo extraordinario para plantear soluciones a lo denunciado por El País. 

“Sin duda, la dificultad es no contar con una única autoridad que se encargue del tema, estamos la CVC, el Municipio y el Minambiente. Esto le permite a las redes de invasores su cometido”, señaló Ospina. 

El burgomaestre también advirtió que en conjunto con la fuerza pública se harán los desalojos que se requieren ante las invasiones que ya están identificadas. 

Sobre las quejas de la comunidad y los corregidores por la falta de acción de algunos funcionarios de la Secretaría de Gobierno, el Alcalde no dio explicación y por eso citó al personal comprometido a la reunión del martes. 

“Allí también vamos a definir unas medidas para apoyar a los corregidores que han recibido amenazas, no los vamos a dejar solos”, agrego Ospina quien recordó que en enero del 2009 fue asesinada la inspectora de policía, Olga Becerra. 

Ante la pregunta de si piensa modificar el POT y legalizar las invasiones de los cerros tutelares de Cali, una de las posibilidades que se plantean como salida a la grave situación, el alcalde contestó que “nuestra decisión es modificar el POT para mejorar a Cali y no para que se amplíe el cordón urbanístico de la ciudad, mucho menos en zonas de ladera y de abastecimiento de aguas, por eso en el 2010 vamos a ser mucho más restrictivos en ese tema y en la organización del territorio”. 



En pocas palabras 

"Este año haremos un esfuerzo extra para contener la expansión de invasiones en la zona rural del Municipio”. Jorge Iván Ospina, Alcalde de Cali. 

Datos claves 

En los últimos 10 años las invasiones han hecho que la franja de bosques entre el pie de monte y la zona de reserva, disminuya. 

Los procesos de migración, el aumento de la población y el desplazamiento, presionan la ocupación de áreas muy frágiles en términos ambientales. 

Otro grupo que presiona el área es el de los invasores ‘profesionales’ que se aprovechan de la gente para vender lotes que son del Municipio de Cali. 



El mito del embalse 

  • Uno de los más fuertes argumentos de venta que usa la red de invasores ilegales que tiene azotado al parque natural Los Farallones, es que dentro de un par de años será construido un embalse en esta región y los que compren lotes ahora tendrán luego una finca con vista al espejo de agua, “como si comprara una finca en el lago Calima, pero a precio de huevo”, le contó a El País uno de los vecinos de la invasión en Pichindé. 



  • Lo que no le dicen los estafadores a sus clientes es que dicho embalse sólo se construirá cuando se venda el componente de telecomunicaciones de Emcali, pues la inversión supera los US$80 millones y no será turístico como el lago Calima. 



    Hablan los expertos 



  • En el primer informe que la Directora de la CVC le envió al alcalde Ospina lo pone sobre aviso de la situación: 



  • Estas áreas rurales de Cali tiene una importancia estratégica alta dada su capacidad de captación y regulación del agua proveniente de los vientos húmedos del pacífico, cuya oferta garantiza abastecer los acueductos de La Reforma en el río Meléndez y San Antonio en el río Cali. 



  • Esto fue reconocido por los caleños desde mediados del siglo pasado, cuando para asegurar su protección integral, parte del área fue declarada Parque Nacional y otro tanto, Zona de Reserva Forestal del Municipio. 



  • Pese a esa regulación, en los últimos años se ha descuidado su preservación. 



    Las cifras 



    100 ranchos de invasión habría en el parque nacional natural Los Farallones de Cali 



    30 de ellos se pueden observar en el sector conocido como Patio Bonito en la vía al mar 



    2 motosierras fueron incautadas en manos de invasores por parte de la policía durante el último año

 

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