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La Pasión de Gabriel (2009)

Su historia se debate entre el coraje y la moralidad en pleno seno de la Iglesia Católica en especial con el espinoso tema del celibato que sigue estando vigente y a propósito coincidió con el escándalo protagonizado dos meses antes por uno de los padres más queridos en Latinoamérica, el padre Alberto Cutié. Sin embargo y por fortuna, la película no se limita a las enfrascadas discusiones sobre este estado sacerdotal como excusa para atraer público, sino que plantea sútilmente una crítica política al olvido y descuido en el que están muchas zonas del país.

 

La cinta sigue los pasos de un cura dentro de una Colombia rural, desprovista de las oportunidades citadinas, del desarrollo y aislada incluso de las ventajas de la seguridad demócratica. Ante esto el padre Gabriel es la perfecta encarnación de la Instutición en todos sus sentidos, en él se apoya el pueblo, a él lo siguen porque los entiende, les ofrece más que solo esperanzas de carácter moral y al que muchos le perdonan sus desmanes (incluída su relación con una mujer).

En medio de la nada o de tan poco, el padre Gabriel encuentra en este olvidado e imaginario pueblo, el sentido no solo del servicio a Dios sino también el de su vida propia. Por eso con inmenso coraje rebasa los límites de su envestidura y entre homilías y obras de caridad, mete las manos al fuego para lidiar, en cabeza de todo el pueblo, con políticos, guerrilleros y ejército que no son más que oportunistas que sagazmente utilizan a los más ignorantes para mostrar sus resultados.

Sus acciones y la forma poco convencional de actuar de un “enviado” de Dios, lo hace ser querido por unos y odiados por otros, pero ante todo la cinta es la muestra de la idiosincracia de un pueblo con falta de oportunidades, excluído de la vanalidad de la modernidad, pero que a su vez los llena de mucha inocencia que no hace más que ratificar el humanismo de esta historia y de un hombre que más allá de su condición,  cree con fe ciega en los demás y está dispuesto a dar la vida por ellos.

Entre varios imaginarios no cabe duda que esta película es reflejo de una parte de la realidad del país e incluso de muchos más y de sus crueles paradojas en donde nacen muchos “Gabrieles” que no son otros que personas del común que a causa de la insensatez y la falta de presencia constante y activa de las instituciones del o los Estados, se convierten luego en los héroes y mártires de toda una comunidad.

El peso de la película recae sobre su protagonista el actor Andrés Parra para quien es su primer protagónico en la pantalla grande y quien verdaderamente hace un papel con convicción, con mucha pasión y muy bien trabajado . Lo acompaña la actriz Maria Cecilia Sánchez en el personaje de Silvia, la mujer que le pondrá a tambalear sus votos de castidad y quien a mi gusto es uno de los puntos flojos de la cinta por la falta de credibilidad de su personaje. El reparto lo completan actores nacionales
reconocidos como Alvaro Rodríguez, uno de los actores con más películas en su repertorio, Diego Javier Vásquez, Toto Vega, Jimmy Vásquez e Isabel Gaona.

La Pasión de Gabriel es una película bastante redonda. Tiene buena historia, buen ritmo, muy buena dirección y fotografía. Lo más interesante de esta nueva película colombiana es el hecho de desmantelar las posiciones acerca que el cine nacional toca siempre los mismos temas (guerrilla, violencia, narcotráfico, etc) y se ha quedado en ese círculo vicioso sin permitirse explorar más. Esta película perfectamente demuestra que el problema no es ese, pues la realidad más cercana ha hecho parte del
desarrollo de la cinematografía de éste y cualquier otro país, sino que más bien se trata del tratamiento que se le da a lo mal llamado “repetitivo” y las historias que se crean y se tejen alrededor de ellas. Para mí, esta cinta es valiosa porque entrega
varias luces de uno de los caminos por donde debe seguir la cinematografía nacional.

Escrito por Sandra Ríos, cinevistablog.com

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